A 300 metros sobre el nivel del mar y a 27 Km. de
Barranquilla se erige con imponencia a los pies del cerro Conuco, una importante población del
departamento del Atlántico, pletórica de un legado histórico incalculable y orgullosa
de su raza, de sus riquezas arqueológicas
y agradecidos por la ubicación estratégica que solo puede concedérseles a las tierras
bendecidas por Dios.
El 7 de
junio de 1833, Tubará
es elevado a la categoría de municipio por la ley 7ª de 1833. En 1886 como resultado de las situaciones generadas
por la guerra civil, determinadas personas declararon que los indios ya no
existían y se declaró "bien vacante" el terreno correspondiente al
Resguardo, vendido en subasta pública,
con el objetivo de que particulares pudieran apropiarse del subsuelo, en el que
existen hidrocarburos.
El comprador revendió el suelo al Distrito municipal de Tubará, es decir a sus
propios moradores.
Fue en este
municipio donde se hicieron los primeros
intentos de explotación comercial del petróleo crudo en Colombia, en las
perdices jurisdicción de Tubará. Aquí surgió la primera explotación de petróleo
en el país, que en sus inicios daba 50 barriles diarios, pero fue declarado no
explotable comercialmente.
Actualmente Tubará es uno de los 23 municipios
que conforman el Atlántico, su población alcanza los 14.500 habitantes y se
constituye en uno de los destinos apropiados para la práctica del ecoturismo, son cuatro los corregimientos que
pertenecen a su jurisdicción: Cuatro Bocas, Guaymaral, el morro y Juaruco. Además
están las veredas y caseríos.
Aún se conservan importantes reservas de bosques, y
lugares exóticos donde la fauna
se mantiene a merced de los cazadores
que tienen a varias especies en vías de extinción o lo que es peor
desaparecidas como el mono cotudo, el tigrillo, el venado y la guartinaja. La
flora silvestre ha sufrido un daño irreparable por la tala indiscriminada de árboles, hay que hacer
un esfuerzo entre todos los sectores de la población para evitar la
deforestación en estos lugares.
Tubará, capital turística del departamento del Atlántico donde las manos laboriosas
de sus artesanos trabajan con mucha maestría el totumo, árbol que crece de manera silvestre. Ella es sinónimo de belleza y esplendor, de leyenda y tradición, aquí se conjugan la historia de sus antepasados con la realidad de un presente
lleno de esperanza para la región.
Isabel Patricia Vargas
isabel.vargaslara@gmail.com
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